Cuando Bartolomé Luis Mitre falleció en 2020, dejó no solo un legado periodístico sino también un enigma societario con múltiples capas. Hoy, su hija Esmeralda Mitre avanza con firmeza para reclamar lo que considera indiscutiblemente suyo: un paquete accionario central del diario La Nación.
La disputa clave: KMB S.A.
La sociedad KMB S.A., constituida por Bartolomé Mitre y su hermana María Elena en 1996 para gestionar parte del patrimonio familiar, controla el 22 % del grupo La Nación. Se trata de una participación accionaria estratégica, con influencia directa en el rumbo del diario.
Pero tras la muerte de Mitre, se encendieron las alarmas: según los actuales responsables de KMB, Bartolomé habría transferido sus acciones a dos fideicomisos radicados en Nueva York y al marqués Federico Spinola, un personaje enigmático residente en Mónaco. ¿Conveniente para quién?
IGJ: la justicia le da la razón a Esmeralda
Frente a la negativa de KMB de transparentar la verdadera titularidad accionaria, intervino la Inspección General de Justicia (IGJ). No solo ordenó a la empresa entregar los contratos de fideicomiso, balances y registros accionarios, sino también toda la documentación adicional relacionada con transferencias, pagos, y dividendos girados al exterior.
¿Por qué? Porque para la IGJ, los fideicomisos extranjeros no pueden ser considerados accionistas válidos bajo la ley argentina. Y la opacidad con la que se manejaron estos supuestos traspasos levantó más de una sospecha.
Fallos a favor: Esmeralda recupera su lugar
En febrero de 2022, la IGJ reconoció a Esmeralda Mitre como heredera legítima del 22 % de KMB. Más adelante, la Cámara Comercial también intervino y le ordenó al síndico Marcelo Gagliardo que exhiba la documentación que estaba ocultando —en especial, aquella que debía demostrar quién es el titular formal del paquete accionario.
El caso tomó un giro casi teatral con la aparición del presunto marqués suizo Federico Spinola, quien se autoproclamó dueño de las acciones. Pero no presentó ni contratos, ni constancias de pago, ni documentos formales que avalaran su versión. La IGJ declaró ineficaz esa supuesta transferencia.
Lo que está realmente en juego
La disputa es mucho más que una cuestión hereditaria. Está en juego la transparencia de uno de los grupos mediáticos más influyentes del país. Las estructuras offshore, los fideicomisos radicados en paraísos fiscales y los apoderados sin respaldo están siendo puestos bajo la lupa judicial.
Lo más grave: según fuentes judiciales, se habrían girado dividendos millonarios al exterior a nombre de un tercero sin cumplir las formalidades necesarias para la transferencia legal de activos. Ese es el punto neurálgico que podría desmoronar la arquitectura montada para desplazar a Esmeralda del control accionario.
Hoy, su reclamo no solo está avalado por fallos firmes, sino también por un clima social que exige claridad institucional. Si no emergen propietarios reales con respaldo documental, la única lectura posible es que esos activos nunca dejaron de pertenecer a la familia Mitre.
Esmeralda Mitre no está peleando solo por un lugar en el directorio de La Nación. Está desenterrando los mecanismos de opacidad que se montaron para desdibujar un legado. Y quien pretenda apropiarse de ese 22 % sin papeles en regla, no solo podría enfrentar a la justicia. También quedará expuesto ante una opinión pública que ya no tolera ni tramas oscuras ni herencias manipuladas.
Por NEI