Una noche tráhica y muy violenta se vivió en el estadio de Independiente de Avellaneda, donde el local recibía a la Universidad de Chile, en el partido de vuelta de una de las llaves de los octavos de final de la Copa Sudamericana.
Luego del 1 a 0 en suelo trasandino, el Rojo debía ganar por un gol para llegar a los penales y por más diferencia para avanzar a cuartos.
Sin embargo, a los 2 minutos del segundo tiempo y con el encuentro 1 a 1 (resultado que favorecía al conjunto visitante), un grupo de violentos del equipo chileno comenzó a arrojar monedas, piedras, restos de mampostería, palos de escoba, bombas de estruendo y todo tipo de proyectiles hacia la gente de Independiente que se ubicaba debajo y a un costado de ese sector.
Ante la inacción policial y de los responsables del operativo de seguridad, la barra del Rojo optó por aplicar la ley de la selva: la justicia por mano propia. Entonces, acorralaron a los chilenos, les pegaron e incluso desnudaron a varios. Otros eligieron trepar la pequeña pared y saltar al vacío en imágenes estremecedoras que la transmisión oficial optó por no transmitir en directo y rápidamente se viralizaron a través de las redes sociales. Se desconoce cuál es el estado de salud de esas personas.
Después de absurdos 20 minutos en los que los futbolistas y la terna arbitral fueron enviados al vestuario para aguardar que la situación se calme e intentar seguir jugando al fútbol, finalmente primó el sentido común y el partido fue suspendido.