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  • Sociedad

Por primera vez se recibió de abogado una persona privada de su libertad

Se trata de Nahuel, un detenido de 44 años alojado en la Unidad 18 de Gorina y de Marcelo, un hombre que cursó toda la carrera en la cárcel, y ahora liberado, se recibió con la misma cátedra de la Universidad Nacional de La Plata

Las historias de Nahuel y Marcelo se cruzaron en una mesa de examen universitaria, con el mismo docente.

Nahuel tiene 44 años y fue detenido en La Plata cuando le restaba una sola materia para recibirse de abogado, y Marcelo, de 54 años, inició la misma carrera universitaria en contexto de encierro y cumplió la condena cuando le faltaba rendir una materia.

Los dos rindieron el examen por Zoom.

Nahuel desde la sede educativa de la Unidad Penitenciaria N° 18 de Gorina, dependiente del Servicio Penitenciario Bonaerense. Marcelo, desde su casa en Lomas de Zamora.

Así, Nahuel logró un hecho histórico: es el primer abogado que se recibió en contexto de encierro al rendir una materia de manera remota.

Ambos, Nahuel y Marcelo, compartieron un mismo grupo de estudio en la previa del examen más importante.

Nahuel cumple una condena por robo agravado e ingresó al sistema carcelario el año pasado. Solo le faltaba rendir una materia para recibirse pero no quería saber nada con prepararla y rendirla.

Las autoridades de la Dirección Provincial de Políticas de Inclusión del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, y de la Subdirección General de Educación del SPB, los agentes del área de coordinación educativa y los psicólogos de la Unidad 18 entrevistaron y animaron a Nahuel para que retome la carrera.

También fue clave la participación de los docentes universitarios, los que se pusieron a disposición y brindaron dos clases de apoyo semanales vía zoom para resolver las dudas de Nahuel.

Ayer, luego de aprobar la última materia, salió del aula y se quebró en llanto. Agradeció a los funcionarios penitenciarios y del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos que lo habían ayudado, también a las psicólogas y a los docentes.

El ministro de Justicia y Derechos Humanos bonaerense, Julio Alak, explicó que el caso de Nahuel es «el norte» de la gestión en materia carcelaria y educativa.

«El interno que completa los estudios universitarios no vuelve a delinquir. No hay reincidencia en las personas que logran terminar una carrera», afirmó.

Las autoridades penitenciarias del área educativa avanzaron para que los internos y detenidas pudieran acceder a los contenidos educativos.

Desde las universidades y las áreas de educación en contexto de encierro de la Dirección General de Cultura y Educación nos brindaron todo su apoyo», sostuvo Alak.

Tolentino vive en Lomas de Zamora y tiene un emprendimiento familiar con su hermano en el que venden calzado de dama. Tiene tres hijos de 24, 18 y 13 años.

“¿Que más motivación puedo darles que el ejemplo? Mi hijo más chico es el que más me insiste y me dice todo el tiempo que me ponga a estudiar”, afirmó Marcelo.

“Solo me quedaban dos materias y las prácticas cuando obtuve la libertad. Era algo que tenía pendiente”, agregó.

Comenzó a estudiar Derecho estando detenido en la Unidad 30 General Alvear, en la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires durante el año 2012. En 2013 pasó a la UNLP y aprobó con 8 el curso de ingreso. En agosto de ese año rindió su primera materia: Introducción a la Sociología.
En enero de 2014 Marcelo llegó a la Unidad 9 La Plata. Enseguida se acercó al Centro Universitario. “Predicaba con el ejemplo y muchos compañeros se entusiasmaban, terminaban la primaria, la secundaria y comenzaban una carrera universitaria”, dijo.

En el ámbito del Servicio Penitenciario Bonaerense transitan el nivel universitario 905 personas privadas de libertad luego de acuerdos convenidos con las Universidades Nacionales de La Plata, Mar del Plata, San Martín, del Sur y del Centro.

Desde la Dirección Provincial de Políticas de Inclusión del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires explicaron que “estudiar una carrera universitaria en contexto de encierro y llegar a recibirse implica recorrer un camino prolongado, principalmente basado en el esfuerzo personal, pero también en las apuestas institucionales sostenidas de la universidad pública en las cárceles.

Por eso, cuando estudiantes logran recibirse, se refuerzan las apuestas institucionales a la educación universitaria en cárceles”.

Y luego agregaron: “Uno de los estudiantes se recibió ya habiendo obtenido la libertad, lo que da cuenta de la posibilidad -promovida por políticas de acompañamiento- de sostener las trayectorias educativas en el posencierro. Así se materializa la inclusión social, cuando un estudiante en contexto de encierro puede dedicarse a la carrera que estudió cuando recupera la libertad”.

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