La elaboración no industrial de esta bebida alcohólica en el país genera 15.000 toneladas de bagazo por año, un material contaminante que emana gases de efecto invernadero.
Hace algunos años en Argentina se desató un furor por la cerveza artesanal, una tendencia que se nota mucho más en las grandes ciudades. De hecho, hay barrios donde es imposible caminar 100 metros sin toparse con una cervecería. Y, más allá del deterioro por recrudecimiento de la crisis durante la pandemia, el consumo se sostiene a buen ritmo. Este hábito, sin embargo, tiene severos impactos en el medio ambiente.
Hay al menos 1.500 productores de cerveza artesanal que elaboran unos 25 millones de litros anuales. Según el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca, se estima que la elaboración no industrial de la ‘birra’ genera por año 15 millones de kilos de un residuo conocido como bagazo. Se trata de un material orgánico que proviene de la cebada malteada tras pasar por un proceso de cocción y maceración, para después obtener el licor que se somete a una etapa de fermentación.
El problema surge porque este componente suele arrojarse a vertederos o rellenos sanitarios. Cuando se descompone produce metano, un gas de efecto invernadero 25 veces más fuerte que el dióxido de carbono. Este impacto se agrava porque, incluso con la eliminación de esta ‘basura natural’, sus efectos pueden persistir durante décadas.
La buena noticia para los amantes de la cerveza es que el bagazo puede reutilizarse para producir comida, reduciendo el daño en el ecosistema y fomentando la economía.
«Es totalmente rentable«
Uno de los precursores en el país es Karim Auil, un ingeniero y magíster en Tecnología de Alimentos. Hizo un experimento práctico y propuso cocinar panificados con los desechos de una cervecería de Villa María, provincia de Córdoba. «Tomé su producción de bagazo semanal y planteé una línea de pan de molde y tostadas», repasa. A su vez, el entrevistado describe los resultados: «Tiene aroma a cerveza y es totalmente agradable. El sabor es parecido al salvado».
Igualmente, comenta que «el abanico de comidas es más grande, solo es cuestión de hacer pruebas y ver si gustan». Incluso se pueden elaborar productos de repostería, galletas, barritas de cereal y hasta snacks, aunque «debería estar legislado», aclara.
«Cuando les preguntás a los fabricantes si saben que pueden armar prototipos de productos propios, la respuesta es no», agrega Auil. De hecho, en el interior del país, este material húmedo con forma de granos suele ser entregado exclusivamente como alimento para animales de campo. Igualmente, el entendido opina que utilizar este residuo con fines nutricionales para personas «es totalmente rentable». En efecto, solo habría que invertir en algunos insumos para hacer comida, o simplemente se podría vender el material a terceros para su posterior conversión.
Así, esto resulta mucho más productivo que tirar todo a la basura, donde «se pudre de un día para el otro, a temperatura ambiente, y deja un olor insoportable», subraya. Aquel cordobés también expresa: «No todo se degrada o es abono para la tierra». Según el experto, las firmas que hacen un correcto tratamiento de los afluentes suelen ser grandes compañías con mayores recursos económicos y establecimientos importantes, algo muy distinto a las pequeñas empresas y emprendimientos, que se ven más limitados. Por ello, la reutilización es una buena alternativa para disminuir la contaminación.
En concreto, algunas marcas de cervecerías locales ya incursionaron en el tema y se proponen usar esta técnica para ofrecer pizzas y panes de hamburguesas en sus bares, una vez que la práctica esté regularizada.
Componentes y otros posibles usos
Este residuo puede tener entre un 15 y 26 % de proteínas y 70 % de fibras, sumado a vitaminas, aminoácidos y componentes minerales, como el calcio y el fósforo. Más allá de estas cualidades, útiles para el consumo humano, los desechos de la cerveza artesanal podrían tener otros fines, según los datos del propio Ministerio. Entre ellos, se destacan:
- La producción de energía por combustión directa
- La producción de biogás por fermentación anaeróbica
- Elaboración de carbón
- Su uso como material adsorbente de tratamientos químicos
- Cultivo de microorganismos
- La obtención de bioproductos de fermentación
Otras iniciativas independientes fomentan el desarrollo de fertilizantes más amigables con el medio ambiente, para reducir los agroquímicos. También se analiza la posibilidad de fabricar ladrillos, achicando los costos de producción.
Entre tanto, resta por ver si la Comisión Nacional de Alimentos avanza con el trámite y aprueba su uso.
Fuente 0291 y RT