Con el correr de la pandemia, las pesadillas se incrementaron en las personas. Sin embargo esto podría tener un efecto beneficioso para la salud.
Para los especialistas, el aislamiento social, la preocupación por los seres queridos y la situación mundial nunca antes vivida por la mayoría de las personas, pudo haber generado malos sueños.
Un estudio realizado este año con más de quinientos integrantes del personal de salud de la ciudad de Wuhan en China, revelaron una cuarta parte tenían pesadillas frecuentes.
Rachelle Ho, de la Universidad McMaster en Canadá, contó que para quienes estuvieron y están en la primera línea de lucha contra el Covid-19, padecen una situación de estrés crónico que tiene un efecto con las capacidades cognitivas, lo que genera un aumento de sueños malos.
Joanne Davis, psicóloga clínica de la Universidad de Tulsa, en Estados Unidos, sostiene que mientras las personas duermen se organizan y archivan recuerdos del día anterior o recuerdos de hace algún tiempo. Esto ocurre más precisamente en el momento del REM, que es cuando se almacenan los recuerdos vinculados a las emociones.
Durante este proceso, las pesadillas contribuyen a almacenar de “forma segura” sensaciones que no volverán a aparecer durante el día o que al menos se producen de manera más leve en los eventos.
Los especialistas sostienen que si uno, por ejemplo, sueña durane la noche que se pelea con su pareja y después eso ocurre durante el día, la situación sea menos estresante y hasta el conflicto puede ser más leve.
Otra investigación, analizó a chicos y chicas en edad escolar de la Franja de Gaza. Allí se descubrió que más de la mitad tenían sueños malos de manera frecuente. Esto se debe al contexto de conflicto en el que viven, sumado a que los cerebros se encuentran en desarrollo.
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