Iryna Morozova es una de las pocas ucranianas que se quedaron en el país, pese al conflicto con Rusia. Ella vive en Irpin, una ciudad que pasó a ser fantasma.
En medio de la guerra, la mayoría de la población huyó desesperada. Sin embargo, Iryna es una de las que se niega a abandonar su hogar, aunque ya no quede mucho en pie.
Los pocos vecinos que quedan, se ayudan entre sí y se llevan comida, pero a Morozova también le preocupan los animales que quedaron abandonados por familias que se fueron de Ucrania.
En una entrevista, la mujer explicó: «Ahora recogemos animales vagabundos y los alimentamos porque la gente los abandonó y se fue».
A pesar que su casa quedó muy dañada por el impacto de un misil, la señora de 54 años asegura que no se irá del lugar y fundamentó: «¿Quién alimentará a mis perros?«, concluyó.