La muerte de Fabián Rodríguez ha impactado al círculo rojo nacional. El asesinato del exsecretario de CFK (hasta el año 2005) adquiere relevancia por su implicación en la causa de las fotocopias de los cuadernos que en realidad eran copias de un original que ya había sido quemado. El relato de dicha investigación, como es bien sabido, resulta inverosimil tanto en su cuerpo como en las circunstancias en que surge la “evidencia” que se usó como sustento para sacarle hasta el último jugo al sistema de los arrepentidos. La flojera de papeles, de tipos penales y el completo desajuste del finado pistolero a las reglas del debido proceso penal hacen que este trágico hecho, un asesinato vinculado a motivos económicos/extorsivos, le de un cuartito de tanque más a la moribunda causa de las fotocopias de los cuadernos.
Por otra parte, igual de desgastada se encuentra la oposición al gobierno de Alberto Fernández. No dan pie con bola, no dan nunca en el clavo (y no precisamente porque Alberto se mueva mucho): ciertos sectores del PRO (no en su conjunto), algunos de la UCR (tampoco todos) y de la Coalición Cívica (todos sin excepción) están aún atravesando el período de abstinencia de ejercicio de poder y, emulando a sus pares kirchneristas en 2016, estan en modo “resistiendo con aguante”. Ante la desorientación y el enojo de no haber sido respaldados (ver discurso de Macri post-paso) vuelven a lo único que este grupúsculo de extremistas sabe hacer: emular el período 2014-2015. Montados a las operaciones de los sótanos de la democracia y de los multimedios con los que comparten agenda, mantienen el cañón caliente y no cesan de disparar su munición de agravios, disparates y agenda trumpiana-sionista. El grupo es más bien pequeño, pero ruidoso, y cuentan con un doble comando en el liderazgo en esta cruzada por mantener vivo al extremismo dentro de Juntos por el Cambio: Mauricio Macri, quien a pesar de lo que se dice, se mantiene bastante activo para haberse ido del gobierno hace tan solo siete meses, y la extremista exministra de De la Rúa Patricia Bullrich.
El sector no radicalizado de la oposición tiene una mejor plataforma de trabajo y más agenda para mostrar, pero es progresiva y lentamente víctima del desgaste de la economía real, de la situación nacional y del dialoguismo y colaboración con los gobiernos nacional y de la Provincia de Buenos Aires, algo que le trae costo y rechazo en el minoritario pero ruidoso sector que se encuentra en abstinencia.
El lamentable y trágico asesinato de Fabián Rodríguez no tiene absolutamente nada que ver con la vicepresidenta de la Nación, no existe un solo indicio que de cuenta de ello, más allá de las ganas de creer de algunos sectores minoritarios y extremistas. El paralelismo con las operaciones políticas montadas luego de la muerte de Nisman es evidente, y no ello no debería sorprender a nadie: la historia se repite, primero como tragedia y luego como farsa. Difícilmente este triste suceso sirva de disparador para iniciar una campaña de desgaste que se coronará en una derrota electoral 10 meses más tarde. Ello por cuanto no hay agenda electoral a la vista durante el año y a que el hecho, se reitera, a todas luces es un hecho criminal que no presenta ribetes políticos.
No obstante lo antedicho, los sectores extremistas de la oposición y de los multimedios activa o pasivamente opuestos al actual gobierno utilizarán el asesinato para continuar alimentando la división y para marcarle la agenda política al gobierno, a la par que tomarán un poco de aire ya que casualmente son estos grupos extremistas y varias figuras estelares de esos multimedios activa o pasivamente opuestos al gobierno quienes más afectados se ven por la investigación por espionaje ilegal.
Julio será un mes complejo para el gobierno de Alberto Fernández, que se encuentra encarando los tramos finales de la negociación del pago de la deuda externa millonaria que dejaron los craneos del mejor equipo de los últimos 50 años. En algunos días se cumplirá el aniversario 26 de la destrucción del edificio de la DAIA/AMIA, la cada vez más restringida posibilidad de prolongar la cuarentena y las expectativas cargadas de intensidad por el tramo final de la campaña electoral norteamericana, cuyo eco se hace sentir en todo el mundo.
Por Ricardo Contreras