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¿Cada cuánto hay que lavar las toallas?

El uso diario de las toallas en el hogar —ya sea de baño, de manos o de cocina— requiere ciertos cuidados que muchas veces son pasados por alto. Aunque parecen limpias a simple vista, las toallas acumulan humedad, restos de células muertas, bacterias y hongos que pueden afectar la salud si no se higienizan con la frecuencia adecuada.

Según recomienda la dermatóloga Julieta Nassif (MN 112.904), “las toallas deben cambiarse cada tres usos, como máximo. Es importante no esperar a que tengan olor o manchas visibles, porque la proliferación bacteriana puede empezar mucho antes”. La especialista agrega que los ambientes húmedos como el baño favorecen el crecimiento de microorganismos, por lo que no es lo mismo usar una toalla limpia y seca que una que permanece colgada sin ventilar durante días.

En la misma línea, el microbiólogo Darío Flores, docente en la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la UBA, advierte que “el error más común es pensar que porque uno está limpio después de ducharse, la toalla no se ensucia. Pero en realidad, lo que ocurre es una transferencia constante de bacterias de la piel y del ambiente a la tela. Si esa humedad no se seca bien, se convierte en un caldo de cultivo”.

¿Qué pasa si no se lavan con frecuencia?

Usar reiteradamente una toalla sucia puede generar irritaciones en la piel, infecciones por hongos o cuadros de foliculitis, especialmente en personas con piel sensible, niños y adultos mayores. Además, si varias personas comparten la misma toalla, el riesgo de contagio de enfermedades cutáneas o bacterianas aumenta.

“El mayor riesgo está en zonas como la ingle, los pies o la cara, donde hay más glándulas y humedad”, señala la médica infectóloga Mariana Seifert. “También es importante evitar compartir toallas con personas que tienen heridas o enfermedades dermatológicas, aunque sean familiares cercanos”.

Consejos prácticos para un uso más higiénico

Cambiar las toallas de baño cada 3 usos o cada dos días si hay mucha humedad en el ambiente.

Asegurarse de que se sequen completamente entre uso y uso, colgándolas en un lugar ventilado.

Lavar con agua caliente (60 °C o más) cuando sea posible, para eliminar microorganismos.

Evitar el uso compartido, incluso dentro del mismo hogar.

En el caso de las toallas de manos o de cocina, la frecuencia de recambio debe ser mayor: lo ideal es lavarlas todos los días o cada dos días, ya que están en contacto constante con diferentes superficies y con manos que no siempre están limpias.

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