La nueva variante del coronavirus, Deltacron, se detectó por primera vez a principios de enero en Chipre. La cepa surgió de la combinación entre Delta y Ómicron, situación que volvió a encender las alarmas mundiales. Las autoridades sanitarias temen que pueda cambiar el curso de la pandemia.
El virólogo Leondios Kostrikis, profesor de Ciencias Biológicas, jefe del Laboratorio de Biotecnología y Virología Molecular de la Universidad en Nicosia, identificó esta mutación y anunció públicamente el 7 de enero la existencia de la Deltacron en ese país con 25 casos de personas contagiadas, hasta ese momento.
Según confirmó la OMS, los síntomas de esta variante son los mismos que los experimentados por los infectados en la primera mutación del SARS-CoV-2:
- Secreción nasal.
- Tos.
- Fatiga.
- Dolor de garganta.
- Debilidad corporal.
- Fiebre.
- Posible pérdida del gusto y olfato.
- Estornudos.
Además, desde la OMS pidieron extremar los recaudos y medidas preventivas en caso de experimentar alguno de los síntomas.
Kostrikis contó que habían caracterizado varios genomas del virus del COVID-19 que mostraban elementos de las variantes Delta y Ómicron. De todas maneras, científicos de todo el mundo denunciaron que esa mutación sería el resultado de una contaminación de laboratorio y no una nueva variante.
Sin embargo, el virólogo descartó que se trate de una contaminación de laboratorio, ya que ambas variantes del coronavirus presentan particularidades a la hora de secuenciarlas. “Este argumento fue encabezado por las redes sociales sin considerar nuestros datos completos y sin proporcionar ninguna evidencia real y sólida de que no es real”, aseguró y agregó: “Veremos en el futuro si esta variante es más patológica o contagiosa que las anteriores o si se impondrá a Delta y Ómicron”.
Por otro lado, guerra de Rusia con Ucrania preocupa a la OMS por la baja tasa de vacunación en el país invadido y a la cantidad de gente que se refugia en países o regiones con bajos niveles de inmunidad frente al coronavirus.