Los estadounidenses volverán a las urnas en las elecciones presidenciales del 3 de noviembre próximo y, si bien el voto no es obligatorio (la participación bajó hasta 55% en 2016), las encuestas previas sugieren un cambio de prioridades entre los votantes que puede ser determinante para el resultado final de los comicios, cuando todavía persiste el impacto de la pandemia del COVID-19.
Hasta 2019, la performance de la economía del país bajo la administración del presidente Donald J. Trump, en particular la baja del desempleo (3,6%), determinaba una avance en la consideración social de aspectos como el medio ambiente y el cambio climático, en este último caso a niveles sin precedentes.
La crisis sin precedentes que acompañó a la pandemia del #COVID19, con indicadores peores aún que la Gran Depresión de los 30, alteró sin embargo algunas prioridades básicas de los estadounidenses que acudirán a elegir entre la reelección de Trump o la llegada del demócrata Joe Biden a la Casa Blanca.
De la economía a la Corte Suprema
Según el Pew Center, en enero, la defensa del país contra el terrorismo era para los estadounidenses la prioridad número uno en una lista de asuntos importantes, una preocupación constante desde 2002. Habían pasado dos décadas desde los atentados del 11-S en Nueva York, el 74% de los consultados decía que defenderse de ataques terroristas debía ser prioridad para el presidente y el Congreso.
Pero en agosto, después de ocho meses de pandemia, con el país sumido en la recesión, el 79% dijo que la economía será muy importante para ellos a la hora de tomar su decisión sobre a quién votar en noviembre, el índice más alto entre los 12 incluidos en la encuesta actualizada del Pew Research.
Aún así, por ejemplo, una mayoría (54% a 45%) se opondría a que el gobierno federal proporcionara un ingreso garantizado -o ingreso básico universal (UBI)- de unos 1.000 dólares mensuales para todos los ciudadanos adultos, trabajen o no. Sólo los jóvenes están a favor en una relación de casi dos a uno, según Pew.
En plena pandemia, el 68% de los votantes consideró la sensible cuestión de la salud pública muy importante para su voto, por encima de los nombramientos en la Corte Suprema (68%). El 62%, de hecho, pondera como muy importante para votar la evolución de los contagios y muertes en el otoño boreal.
Sin embargo, la intensa batalla política abierta cinco semanas antes de la elección sobre cómo y cuándo cubrir la vacante dejada en la Corte Suprema por el fallecimiento de la jueza progresista Ruth Bader Guinsburg, puede darle máxima prioridad al asunto. El máximo tribunal, que podría quedar conformado por una mayoría conservadora 6-3 si Trump impone su candidato en el Senado antes de la elección, tiene fallos pendientes sobre el Obamacare y el aborto, por ejemplo, sin contar una eventual intervención en un reñido escrutinio, como el de 2000.
Luego, el 59% considera que los índices y tratamiento de los crímenes violentos serán muy importantes en su decisión electoral. En cambio, sólo para el 57% lo será la política exterior, aunque todavía por encima de la inmigración y la desigualdad racial y étnica (52%).
Para menos de la mitad el cambio climático (42%) o el aborto (40%) serán factores muy importantes a la hora de votar.
Contrastes partidarios
Pero la cuestión económica (recesión, desempleo, deudas y pobreza) ascendió en la lista de prioridades demócratas frente a la elección presidencial de noviembre (72%), sin sobrepasar sin embargo a las de carácter social.
Una gran parte de consultados de simpatías demócratas le dan mucha importancia ahora, bajo la consigna del “Black Lives Matter”, a la desigualdad racial (76%) y a la reducción de los costos del sistema de salud (84%), pero sobre todo en estas semanas pre electorales a la evolución de la pandemia de COVID-19 (82%).
En los últimos años, el cambio climático avanzó como una prioridad política entre los demócratas. En 2015, el 46% le daba prioridad, pero desde entonces creció hasta el actual 68%, tanto como a la conformación de la Corte Suprema (68%) debido a su gran incidencia de sus fallos en la vida social del país.
En cambio, destaca el Pew Center, para los de simpatía republicana esos temas son de mucha menos importancia (sólo 11% la protección del medio ambiente), en favor de la lucha contra los delitos violentos (74%), la cuestión de la inmigración (61%) y la situación legal del aborto (46%).
En 2011, el 88% de los republicanos decían que el fortalecimiento de la economía debía ser una prioridad para el presidente y el Congreso. La crisis volvió a poner la economía en lo más alto de su agenda de prioridades (88%), aunque sin preocupación casi por la creciente desigualdad (28%) que caracteriza el país.
Edad y género
Las prioridades políticas de los estadounidenses jóvenes y mayores difieren en varios aspectos clave, según el Pew Center. Las personas mayores son más propensas a priorizar una serie de cuestiones como el fortalecimiento de las Fuerzas Armadas y la solidez financiera del sistema de seguridad social. De su lado, los jóvenes son más propensos a priorizar las cuestiones ambientales.
La mayoría de los adultos estadounidenses de 50 años o más (57%) dice que fortalecer el aparato militar del país debería ser una prioridad, bastante menos que los de 30 a 49 años (42%) y que los de menos de 30 (28%). Por obvias razones, las diferencias según edad son igual de marcadas respecto de la solidez financiera del sistema de seguridad social.
Otras prioridades políticas, como la reducción del crimen, el recorte del déficit de presupuesto y la lucha antiterrorista también son vistas como prioridades principales por una mayor proporción de adultos mayores que por los jóvenes.
Los de menos de 30 años le dan más prioridad a la protección del medio ambiente (77%, contra 55% de adultos mayores), a la mejora del sistema educativo (74% a 59%) y a la lucha contra el cambio climático (61% a 45%).
En cuanto al género, las mujeres son más propensas que los hombres a dar prioridad a una serie de objetivos de política, particularmente en lo que se refiere a la libre comercialización de armas (56%, contra 36% de los hombres) y a abordar el cambio climático global (60% a 44%).
Un mayor porcentaje de mujeres que de hombres también da preferencia a la reducción de los costos de la atención de la salud, a la solución de los problemas de los pobres y los necesitados, a la mejora de la situación laboral y a la protección del medio ambiente.
Rivales, de Rusia a China
Aunque segmentos considerables de republicanos y demócratas ven al ejército ruso como una amenaza crítica para el poderío militar estadounidense, esa preocupación es más alta entre los demócratas (65%) que entre los republicanos (46%).
Los norteamericanos son ahora más propensos a nombrar a Rusia que a cualquier otro país como el mayor enemigo de Estados Unidos, incluso por encima de Corea del Norte (32% a 14%, ahora tercero delante de Irán, con 9%).
En cuanto a China, los estadounidenses consultados por Gallup que la consideran como principal enemigo del país se duplicaron, de 11% en 2018 al 21% de ahora.