El aperitivo a base de hierbas serranas fue el único representante argentino que logró rankear en la prestigiosa guía Taste Atlas. Un japonés es el mejor y figuran los italianos -de fuerte arraigo en nuestro país- Cynar, Campari y Brancamenta.
Este licor de hierbas se encuentra en el puesto 31 con un puntaje de 3.9 de 5. Según Taste Atlas, se trata de “un amargo de color marrón oscuro que se caracteriza por su sabor a hierbas, casi a regaliz”.
Los cinco primeros puestos fueron para el japonés Umeshu, el sudafricano Amarula, el italiano Frangelico, el barbadense Coconut Rum y el irlandés Bayleis.
La bebida fue creada en 1887 en Rosario, Santa Fe, como respuesta a las bebidas dulces de las clases altas y “desde entonces se le conoce como el aperitivo del pueblo argentino y la bebida de la clase trabajadora”, agregaron desde la guía, celebrando del mismo modo la tradición, la agricultura y la ganadería.
“Aunque se puede disfrutar solo, el amargo se usa típicamente en bebidas mixtas y, si bien lo estándar es combinarlo con tónica, otras sugerencias incluyen jugo de pomelo, coca cola o agua con gas. La bebida se embotella al 19,9 % ABV”, finalizaron.
Vale mencionar que en 2017 el Amargo Obrero fue declarado Patrimonio Cultural de Rosario, a partir de un proyecto de la concejal del Frente para la Victoria, Norma López.
El Amargo Obrero se caracteriza por poseer un olor parecido al fernet, pero más dulce, obteniéndose de una mezcla de hierbas como la carqueja, la manzanilla y la muña muña, con una graduación alcohólica del 19 por ciento.
“Esta bebida fue una reacción a las bebidas dulces que bebían las clases burguesas; siendo su creación una alusión al sindicalismo anarquista, caracterizado por los colores rojo y negro de la etiqueta. Luego en el tiempo fue adoptado por el peronismo, constituyéndose en un símbolo de ese partido político, que lo identificó como el aperitivo elaborado por y para la clase trabajadora argentina”, rezaba la iniciativa que fue aprobada por el Concejo Deliberante.
El decreto puntualiza que “hstóricamente fue considerado el aperitivo del pueblo argentino y ha sido señalado como la bebida peronista posicionada entre los hombres. Su aspecto, al ser servido, es el de un vaso con contenido espumoso mezclado con soda, que ocupaba los estaños de los bares, bodegones y clubes de barrio, especialmente a la salida del trabajo”.