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Es portera de un jardín, madre de 7, abuela de 6 y a los 55 años tiene su primer título universitario

Graciela Rojas, de Punta Alta, acaba de cumplir un sueño que parecía lejano: obtuvo su primer título universitario a los 55 años. Madre de siete hijos, abuela de seis nietos y portera de un jardín de infantes, es ahora Técnica Universitaria en Acompañamiento Terapéutico.

La historia de Graciela es un ejemplo de que nunca es tarde para aprender. En 2021, sus hijas —ya profesionales— la alentaron a estudiar y le dieron el empujón necesario para empezar una nueva etapa. «Mamá, ahora te toca a vos», le dijeron. Y ese fue el inicio de un recorrido que culminó hace pocos días con su egreso de la Universidad Nacional del Sur (UNS).

“Me casé muy joven, dejé todo en Jujuy, vine a Punta Alta y me dediqué siempre a los chicos. Me enorgullezco de que ellos hayan estudiado. Un día, mis hijas me compraron un kit de estudiante, me crearon una casilla de mail y me alentaron a inscribirme. Y cuando me quise dar cuenta, estaba en la Uni. ¡Yo en la Universidad, imaginate!”, relató emocionada.

Divorciada, con 11 años trabajando como auxiliar en un jardín rosaleño, Graciela eligió una carrera que, según sus hijos, refleja su esencia: “empática, sensible, servicial, siempre dispuesta a estar para el otro”.

Ahora, sueña con volcar sus conocimientos en dos áreas que la movilizan: la niñez y la vejez. “Me gustaría trabajar con niños y adultos mayores. Son dos etapas de la vida que requieren mucho acompañamiento y contención”, señaló.

Su familia es un verdadero ejemplo de movilidad social gracias a la educación pública. Luis, el mayor, es técnico en Seguridad e Higiene. Andrea es médica; María José, profesora de Biología; Laura y Karina, mellizas, se graduaron como bioquímica y técnica en Acompañamiento Terapéutico, respectivamente. Belén estudia Veterinaria en la Universidad Nacional de La Plata y Luz, la menor, está en la escuela técnica. Incluso su exesposo —el padre de sus hijos— cursa actualmente la licenciatura en Seguridad Pública en la UNS.

“Si no fuera por la educación pública, ninguno de nosotros sería profesional. Estamos profundamente agradecidos de haber tenido esa posibilidad”, reflexionó Laura.

Sobre el reciente logro de su madre, agregó: “Estamos muy orgullosos de mamá y celebramos este logro como propio, porque ella siempre estuvo presente para acompañar los nuestros. Nos apoyó en cada paso que dimos. Hasta que tuvo su lugar. Ella nos enseñó que cada uno tiene su tiempo”.

Y concluyó con un mensaje que resume lo que representa Graciela para su familia: “Damos gracias a Dios por su vida. Solo le dimos un empujón, porque la carrera estaba en su esencia”.

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