Definir estrategias en este sentido, que permitan aliviar la carga y los costos de las enfermedades crónicas en el corto, mediano y largo plazo, es lo que también nos debiera ocupar en el contexto de pandemia que estamos viviendo.
Hasta que no exista una vacuna eficaz contra el COVID-19, la estrategia es ganar tiempo y aplanar la curva, es decir, evitar que un número considerable de contagios se den al mismo tiempo con el fin de evitar saturar el sistema sanitario. Expertos en salud pública aportan ideas para reducir el costo sanitario, asociado a enfermedades crónicas, durante esta crisis y explican qué rol puede desempeñar la telemedicina en esta batalla.
En un país cuyo gasto total en salud representa el 9,4 % (año 2017) del Producto Interno Bruto (PIB) y donde, de acuerdo con publicaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las ECNT representan el 80 % del total de muertes y el 76 % de los años de vida ajustados por discapacidad (AVAD), trabajar en estrategias que permitan reducir el costo sanitario es prioritario, sobre todo en tiempos de pandemia.
Es que en estos momentos, a la situación más o menos estable de cada año, se le suma la carga que implica atender a un número incierto de pacientes con una enfermedad poco conocida, cuya sintomatología es variada y que requiere recursos escasos como respiradores o camas en terapia intensiva, entre otros.
Para comprender cuál es la situación en la Argentina y pensar soluciones a corto y mediano plazo, convocamos a los licenciados en Nutrición Florencia Flax Marcó (MN 2173), nutricionista con amplia formación en políticas y salud pública, y Sergio Britos (MN 1170), director del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (CEPEA) y profesor asociado e investigador de la Escuela de Nutrición (UBA).
¿Cuánto podríamos ahorrar en salud pública si se previenen enfermedades crónicas no transmisibles?
FFM: Se estima que más del 80 % de las enfermedades crónicas (cardíacas isquémicas, accidentes cerebrovasculares, diabetes, entre otras) podrían ser prevenidas con una mejor calidad de vida, que incluye modificar algunos factores de riesgo (mayor actividad física, consumo de alimentación variada y saludables; disminución o eliminación en el consumo de tabaco), lo que contribuiría a disminuir el impacto económico de las mismas en el sistema de salud.
Las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) tienen un impacto económico enorme, no sólo por los costos derivados de la atención médica (prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación), sino también debido a la pérdida de productividad de las personas afectadas. El 25 % de las muertes por ECNT ocurren en personas menores de 60 años, además del alto porcentaje de personas afectadas con incapacidades temporales o permanentes, con licencias médicas prolongadas.
Invertir en la prevención y el control de las ECNT no sólo mejora la salud y salva vidas, sino que también puede mejorar la productividad económica de un país.
SB: Algunos estudios estiman que, en las próximas dos décadas, las pérdidas económicas causadas por cinco de las más importantes enfermedades crónicas serán equivalentes al 75 % del PBI mundial de 2010.
¿Por qué la promoción de un estilo de vida saludable podría beneficiar al sistema de salud? ¿En qué países esto funciona correctamente?
FFM: La promoción de un estilo de vida saludable y la conformación de entornos cada vez más saludables, que incluyan promoción de alimentación saludable; actividad física, disminución de consumo de tabaco y alcohol), promueve cambios que ayudan a proteger la salud, previniendo las enfermedades crónicas no trasmisibles.
Respecto de la alimentación, es sabido que una alimentación variada y saludable, puede prevenir diversas enfermedades como la diabetes, algunos tipos de cáncer, la obesidad y la enfermedad cardiovascular, entre otras. Hay muchas investigaciones e innovaciones con relación a este tema. Recientes estudios sugieren que los probióticos ofrecerían grandes beneficios para la salud, que podrían ser clave para la reducción de costos en pacientes internados.
Estas políticas de promoción buscan mejorar la salud de la población y la calidad de vida de las personas en general, por lo tanto, con comunidades más saludables, el sistema de salud se ve beneficiado, al tener que invertir menos presupuesto en asistencia por parte de los equipos de salud, medicamentos, estudios de mayor complejidad e internaciones.
En tiempos de coronavirus, ¿qué estrategias nutricionales se recomiendan implementar para no saturar el sistema de salud?
SB: En momentos en que toda la atención, mundial y local, está puesta en la expansión de la infección, la curva de contagios, la saturación o no del sistema de atención sanitaria y la respuesta comunitaria por medio del aislamiento social, las estrategias nutricionales han pasado lamentablemente a un segundo plano, con la excepción de la rápida respuesta a los cientos de miles de familias y grupos vulnerables a quienes en la emergencia es más imperioso atender en sus necesidades alimentarias básicas .
La nutrición, sin embargo, desempeña un rol largamente reconocido en la robustez del sistema inmune. En particular algunas vitaminas y minerales cumplen roles indispensables al igual que los pre y probióticos. Vitaminas A, C, B, D, E, zinc, hierro, magnesio, cobre, selenio y ácidos grasos omega 3 son vitales en la resistencia a infecciones y un mejor curso de las mismas una vez instaladas.
La mayoría de los micronutrientes mencionados desempeñan funciones en la integridad de las barreras físicas; en la producción y actividad de agentes antimicrobianos (por ejemplo algunos péptidos) o en actividades fagocíticas de los cuerpos extraños. Los probióticos, por su parte, modulan la microbiota intestinal y refuerzan el sistema inmune a través de diferentes mecanismos.
Es importante, por lo tanto, que en el marco del conjunto de respuestas que se están adoptando frente al avance de la pandemia por coronavirus, se repare en la esencialidad del consumo de buenos alimentos, de alta densidad de nutrientes; en el conjunto de la población, pero en particular en poblaciones de riesgo y en las diferentes estrategias de asistencia alimentaria que se están procurando en grupos de alta vulnerabilidad.
Frutas, en especial cítricas o kiwi; banana; frutos secos; verduras, en especial de color verde oscuro y anaranjadas (brócoli, espinaca, acelga, zanahoria, zapallo, calabaza tomate); legumbres (lentejas, garbanzos, porotos, soja), yogur (preferentemente con probióticos), leche, cereales integrales (arroz integral o yamaní, avena, harinas integrales), carnes, hígado, pescados, huevo, conforman la mejor canasta saludable garante de un sistema inmune adecuado, apropiado para prevenir y para responder al avance no solo de la infección por coronavirus sino las que aparecen en cada invierno.
Mi recomendación a las autoridades gubernamentales, pero también a las organizaciones de la sociedad civil, entidades donantes, entidades profesionales y los medios de comunicación, es que incluyan estas estrategias alimentarias que pueden contribuir a limitar el impacto de la presente y de próximas infecciones.
¿Qué nivel de ahorro prevé la incorporación de la telemedicina?
FFM: En telemedicina aún no se han llevada a cabo tantos estudios ni ha pasado tanto tiempo desde el inicio de su implementación, como para poder evaluar el impacto.
De la información que surge de la bibliografía, en investigaciones realizadas en teletrabajo, se estima que el ahorro en general llega hasta el 30 % los costos de infraestructura a las empresas, lo que hace por demás motivador, ya se ha avanzado en diferentes etapas.
Frente a esta pandemia, el sistema de salud, tanto público como privado, tuvo que alinearse en poco tiempo, tanto en lo que concierne a asistencias médicas como a capacitaciones remotas, logrando un buen resultado tanto en seguridad/ciberseguridad de datos durante todo el proceso de atención como en trasmisión. Todo con el objetivo de acercar distancias, evitar el contacto innecesario y así posibles contagios.
Sin dudas, esta pandemia está siendo una oportunidad para poner en valor la accesibilidad que dan las tecnologías digitales. Es una adecuada oportunidad para introducir prácticas: disponer de la receta digital; implementar en muchos lugares el tele triage; entre otros, evitando de esta manera, que los pacientes tengan que acercarse a los servicios de salud. Esto permite descomprimir las guardias y asegurar la asistencia prioritaria a los que más lo requieren. Esto redunda en una mayor seguridad para el paciente, a la vez que reduce costos.
Si bien muchas prepagas y obras sociales ya habían comenzado con esta modalidad de atención, en este contexto, esto se ha ampliado y los canales digitales han toman un protagonismo muy importante para la contención de pacientes, el seguimiento y monitoreo nutricional de pacientes con enfermedades crónicas, para evolución post- procedimientos y su seguimiento con tratamientos psicológicos o prolongados y brinda una oportunidad también a los organismos de control a adecuar las normativas.
La telemedicina permite incorporar accesibilidad al sistema de salud, logrando adhesión a los tratamientos, disminución de traslados innecesarios y también permite incorporar equipamiento móvil, lo que redunda en disminuir grandes inversiones en lugares poco accesibles.
El consumo de probióticos podría reducir los costos sanitarios en plena pandemia
Diversos estudios sugieren que el consumo de probióticos contribuye a disminuir los costos sanitarios al permitir una mejor y más rápida recuperación en pacientes internados.
De acuerdo con estudios realizados, su consumo puede prevenir las diarreas asociadas a antibióticos. Eso redunda en menor cantidad de días de internación en pacientes y costos más bajos/día/paciente, especialmente en mayores de 65 años.
Asimismo, entendiendo que los alimentos con probióticos mejoran el sistema inmune, contribuyen a disminuir las enfermedades crónicas y también a una dieta más saludable, lo que implicaría un mejor estado de salud de la población y menos concurrencia a los hospitales. Esto, a su vez, reduciría los costos asociados al tratamiento y la recuperación de enfermedades crónicas.
Existe abundante bibliografía que evidencia los beneficios de los probióticos para mejorar la salud de las personas. Un estudio inglés, de Irene lenoir-Wijnkoop y colaboradores, que buscaba evaluar el impacto en la salud al administrar leche fermentada con probiótico L. paracasei CNCM, a pacientes mayores de 65 años hospitalizados, para prevenir la diarrea asociada a antibióticos (DAA), permitió realizar un análisis económico de salud teniendo en cuenta que la incidencia de DAA tiene un alto impacto en los recursos de salud utilizados, básicamente por los tiempos prolongados de internación.
La evidencia sugiere que hay una incidencia creciente de diarrea asociada al clostridium difficile (CDAD) en poblaciones que aparentemente tenían riesgo bajo.
Los resultados generales tanto para CDAD como no CDAD muestran que el costo promedio de manejar un caso de AAD sin usar una estrategia preventiva de probióticos es 250 % mayor por paciente, que el costo promedio de paciente cuando se usa la estrategia preventiva de probióticos. La intervención probiótica, por lo tanto, conduce a un potencial ahorro.
Otro estudio, realizado por Jenine R. Leal, y colaboradores, se propuso realizar una evaluación económica completa evaluando los costos y las consecuencias relacionadas con el uso de probióticos para la prevención primaria de diarrea asociada a Clostridium difficile (CDAD).
El estudio consistió en suministrarle a los pacientes hospitalizados, mayores de 18 años, probióticos por vía oral, versus otro grupo sin estrategias de prevención.
En promedio, los pacientes tratados con probióticos orales tuvieron un costo general más bajo en comparación con la atención habitual.
Un estudio multicéntrico realizado en Europa documentó que las personas que consumían mayores cantidades de yogurt (más de 80 gramos diarios) tenían una disminución del 24 % del riesgo de padecer diabetes. Otros estudios también han informado la relación entre el consumo de yogurt y menor ganancia de peso a largo plazo, en particular en las versiones con menor cantidad de azúcar.
Son cada vez más los estudios que están aportando evidencia acerca del valor agregado y especial que tiene el yogurt, no sólo como parte de los lácteos sino como un producto propio y per se, en la prevención de ECNT; los mayores hallazgos se están produciendo en el campo de la diabetes y en mujeres.
A pesar de toda esta evidencia, realizando un análisis de las guías alimentarias de 15 países, ninguno de ellos presenta un grupo alimentario específico para alimentos fermentados y alimentos probióticos, aunque a la vista de los avances en las investigaciones a la fecha, ameritaría dar un debate más profundo para la próxima actualización de estas guías.
Cinco países de la UE mencionan explícitamente al yogur y/o los probióticos en las recomendaciones de sus guías alimentarias: Alemania, España, Italia, Estonia y Polonia. Fuera de la UE son muchos los países que mencionan al yogur, pero no en forma específica sino asociado a los beneficios genéricos de los lácteos. Canadá posiblemente incorpore en breve alguna mención específica en sus guías alimentarias.
En Argentina aún no se ha conformado una corriente de opinión en favor de recomendaciones específicas, particulares, sobre yogurt o probióticos en nuestras guías alimentarias dados los atributos provenientes de la fermentación; actualmente forma parte del grupo lácteo por su aporte de calcio, fundamentalmente. El rol atribuido a los alimentos fermentados (entre los cuales el yogur es probablemente el más conocido y consumido) es incipiente, aunque en crecimiento.
En la medida en que avanza el conocimiento de la intrincada relación entre una microbiota saludable y diversa y la prevención de ECNT o el fortalecimiento del sistema inmune, se consolida una mirada favorable a disgregar el producto “yogurt” del resto de los lácteos.
En nuestro país las fuentes de alimentos con probióticos seguros no abundan, suelen encontrarse en yogures, quesos y algunas leches fermentadas. La efectividad que tiene el probiótico en la matriz alimentaria es significativamente superior que el administrado en cápsulas o ampollas