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La otra cara del Coronavirus: la cuarentena está reduciendo la contaminación ambiental en el mundo

Por la disminución en la producción y el freno de las actividades sociales, la atmósfera está experimentando un sorprendente cambio positivo.

Desde que comenzó la propagación del coronavirus en China y empezó a instalarse la pandemia, las agencias internacionales comenzaron a observar cómo la dramática contaminación que se vivía en las grandes ciudades del gigante asiático empezaron a ceder.

La paralización de las actividades en los distintos países, no solo lograron -en algunos casos- contener el crecimiento exponencial de la curva de contagio, sino que también contribuyeron a “despejar” algunos cielos.

La región más fabril de China, el norte de Italia y de España y hasta los cielos de la Argentina comenzaron a mostrar otra tonalidad, por lo menos en las imágenes satelitales. Así quedó explicitado en publicaciones en medios europeos en donde se hace referencia a informes de la Agencia Espacial Europea (ESA) y de la NASA, que revelaron una fuerte caída en las emisiones de los contaminantes debido a la cuarentena extrema.

Imagen satelital de China el día 1 del brote y fines de febrero (Foto: Joshua Stevens/NASA Earth Observatory)

Según publicó Lauri Myllyvirta en el sitio especializado Carbon Brief, del Centro de Investigación en Energía y Aire Limpio (CREA), en los Estados Unidos, el cierre de las fábricas en China significó una reducción de “25% en sus emisiones de dióxido de carbono». Sólo ese porcentaje en Asia se traduce en una caída de 6% en el número de emisiones del mundo.

Las imágenes satelitales de la NASA son elocuentes: en febrero, la concentración de dióxido de nitrógeno (NO2), producido principalmente por los vehículos y las centrales termoeléctricas, cayó drásticamente en Wuhan, la ciudad china epicentro de la pandemia de covid-19. De rojo/naranja, el mapa pasó a azul.

El mismo fenómeno constató a principios de marzo, por la Agencia Espacial Europea, que lo mismo estaría ocurriendo en el norte de Italia, zona confinada desde hace varias semanas. Ciudades como Madrid y Barcelona, donde se aplica un confinamiento estricto desde mediados de marzo, según la Agencia Europea de Medio Ambiente, también viven estas disminuciones.

El NO2, gas que provoca una inflamación importante de las vías respiratorias, es un contaminante de corta vida.

De todos modos, esto no quiere decir que el aire es más puro: en China, Pekín experimentó episodios de contaminación con partículas finas en febrero, según señala el Observatorio de la Tierra de la NASA. Lo mismo en París, que registró un índice de contaminación medio a pesar del confinamiento, a raíz de la presencia de partículas finas y de ozono.

A corto plazo, la contaminación con partículas finas provoca una irritación en los ojos y en la garganta, y dificultades respiratorias.

A más largo plazo, esta contaminación puede conducir a enfermedades crónicas, respiratorias o cardiovasculares, o a cáncer de pulmón.

 

(Infobae / El Espectador)

 

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