La anosmia suele ser unos de los síntomas iniciales y puede ayudar mucho a la identificación de personas portadoras del virus.
Los síntomas más populares del coronavirus son la fatiga, la congestión nasal y la tos, con el inconveniente de que no permiten distinguirla de un resfriado común o una gripe.
Sin embargo, la infección por el virus SARS-CoV-2 también produce en muchas personas una pérdida de olfato (anosmia) y del gusto (disgeusia), que muchas veces pasan desapercibidos para el paciente y también para muchos médicos.
Muchas personas ignoran que la anosmia suele ser unos de los síntomas iniciales y, por lo tanto, puede ayudar mucho a la identificación de personas portadoras del virus en fases iniciales de la enfermedad.
La anosmia, y también las alteraciones del gusto, se han descrito tanto en pacientes graves hospitalizados por covid-19 en Italia, como en pacientes con síntomas leves que no necesitaron hospitalización en Estados Unidos.
Ahora sabemos que en torno al 70% de las personas que son infectadas por el virus presentan anosmia o disgeusia, aunque solo tengan una infección leve. Por tanto, en la situación de pandemia actual, una persona con fatiga, tos y perdida de olfato es sospechosa de tener una infección por covid-19.
Pero ¿por qué sucede esto?
Para entenderlo hace falta conocer la forma en que el virus se cuela en nuestras células, y también cuáles son sus puertas de entrada favoritas en el cuerpo humano.
El techo de las fosas nasales está tapizado de epitelio olfatorio, un tejido formado por 3 tipos de células: células basales, neuronas sensitivas olfatorias (que sobreviven entre 30 y 60 días) y células de soporte. Lo que ocurre con SARS-CoV-2 es que tiene una especial facilidad para meterse en las entrañas de estas células.
De esta forma, produce un daño en las células de soporte que, posteriormente, afectaría a las neuronas sensitivas olfatorias.
El sentido del gusto es otra víctima. La sensación que nos permite distinguir los sabores al comer se encuentra en unas estructuras de la lengua, las papilas linguales.
Estas papilas tienen unos receptores denominados yemas gustativas formadas por 3 tipos de células: células receptoras gustativas, células de soporte y células precursoras o basales.
Es probable que el virus infecte en las yemas gustativas de la misma forma que lo hace en la nariz.
Una pérdida reversible
La buena noticia es que es posible recuperar tanto el sentido del olfato como el sentido del gusto. De que así sea se ocupan en la nariz las células basales, que son las encargadas de volver a formar las neuronas sensitivas olfatorias.
En este proceso se tardarían unos 60 días, por lo que, una vez superada la enfermedad, la mayoría de los pacientes deberían de recuperar el olfato en un plazo máximo de 2 meses.
Lo que está claro es que, en la situación epidemiológica actual, la anosmia y la disgeusia de reciente comienzo deben ser considerados como síntomas de alerta temprana, incluso en ausencia de otros síntomas respiratorios, para identificar nuevos casos de infección por SARS-CoV-2.
*Artículo de José Antonio López Escamez, profesor contratado y doctor en otorrinolaringologia del Departamento de Cirugía y sus Especialidades, Universidad de Granada.
*La versión original fue publicada en The Conversation.
(Fuente: BBC)