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«Siento que fracasamos los médicos, los funcionarios, los periodistas»

El médico intensivista Arnaldo Dubin reconoció su sensación de fracaso frente a las conductas peligrosas, las cuales -advierte- contribuirán para aumentar los casos de covid-19 en el país.

El médico intensivista Arnaldo Dubin, miembro de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), compartió su sensación de fracaso al ver a parte de la ciudadanía ejerciendo «conductas peligrosas» para el contagio de coronavirus y afirmó su temor porque esos comportamientos aumenten los casos y la letalidad del Covid-19.

 

«Siento que hemos fracasado, los médicos, los funcionarios, los periodistas, que aún haciendo el mejor esfuerzo, no pudimos comunicar los riesgos de esta enfermedad que si algo nos ha enseñado es que no podemos descuidarnos nunca», se lamentó Dubin.

 

 

Para el especialista, «este sentimiento de frustración no es vano y la mejor prueba de nuestro fracaso son las conductas peligrosas que adopta una parte de la sociedad».

«La única forma de evitar que el virus pase de una persona a otra es con distanciamiento, no hay otra forma. A mí me preocupa cómo en la ciudad de Buenos Aires y en el conurbano hay mucha gente tomando conductas peligrosas al no guardar las distancias sociales recomendadas, con un uso incorrecto del tapabocas, y que se agolpan en reuniones sociales», detalló con desaliento.

Dubin expresó su temor que «esto amenace nuevamente el sistema sanitario y que todos los casos que bajaron comiencen a aumentar nuevamente. Ya se percibe un aumento de la letalidad, que todavía es baja con respecto a los índices mundiales».

«La situación epidemiológica es grave. Si bien el epicentro inicial, la Ciudad de Buenos Aires, está estabilizado con tendencia a la disminución de casos, todavía el promedio de 900 casos diarios es una meseta peligrosa», advirtió.

Según el profesional, la enfermedad se extiende en forma amenazante a todo el país, con números altos en Santa Fe y Córdoba, donde los sistemas sanitarios no están tan desarrollados.

Con pesadumbre, reconoció que «los médicos intensivistas, después de un trabajo demoledor en el AMBA estamos exhaustos física y emocionalmente, y eso nos torna proclives a cometer errores: nos contagiamos, nos enfermamos, hay compañeros muertos en esta pandemia y el resultado de todo esto es que la calidad de la terapia está mermando».

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