Muchas veces tenemos sueño o nos sentimos cansados después de comer, y eso tiene una explicación. Un estudio analizó la relación que existe entre nuestro sistema digestivo y cerebral y cuáles son los alimentos que pueden alterar el funcionamiento.
Al comienzo de su análisis indicaron que el eje intestino-cerebro es un sistema bidireccional entre el cerebro y el tracto gastrointestinal, que une los centros emocionales y cognitivos del cerebro con el funcionamiento periférico del tracto digestivo. “La influencia de la microbiota intestinal en el comportamiento es cada vez más evidente, al igual que la extensión al triptófano y la serotonina”, complementaron.
Desde su punto de vista, esto genera la posibilidad de que las alteraciones en el intestino puedan ser importantes en la fisiopatología de los trastornos del sistema nervioso central humano. En otras palabras, la ingesta de determinados alimentos puede modificar nuestro comportamiento como, por ejemplo, darnos somnolencia.
Y en esto, el papel de la serotonina pasa a ser central en el estado de ánimo y la cognición. “La serotonina baja contribuye a un estado de ánimo bajo. Su agotamiento causa deterioros cognitivos, con informes que incluyen déficits en el razonamiento verbal, la memoria episódica y de trabajo”, complementaron los investigadores.
Los alimentos ricos en serotonina son el pescado azul (anchoa, caballa, atún, entre otros), huevos, lácteos, legumbres, cereales integrales, frutos secos, semillas y chocolates. Los científicos detallaron que es necesario consumirlos, pero en su justa medida, ya que el exceso sí puede producir sueño en nuestro organismo.
Por ese motivo, comidas que combinen una gran cantidad de carbohidratos con proteínas suelen producir sueño, básicamente porque tanto nuestro sistema digestivo como cognitivo tienen que trabajar más de la cuenta.