Sebastián Saldaño, empleado de un quiosco de Villa Gesell, identificó a Máximo Thomsen como el joven que le pegó una patada en la cabeza a la víctima
La madrugada en que fue asesinado a golpes Fernando Báez Sosa, Sebastián Saldaño atendía un quiosco donde la víctima, momentos antes de ser atacado, compró un helado de uva. Hoy declaró como testigo en el juicio donde son juzgados los ocho acusados del homicidio. “Fue golpear hasta que no se levantara más”, afirmó en referencia al ataque mortal.
Saldaño recordó que tras escuchar gritos en la calle salió a ver qué sucedía y observó “a Fernando recibiendo patadas y piñas en el piso”. Sostuvo que los agresores eran “más de tres” y que le dieron a la víctima “un golpe en la cara y patadas en el cuerpo, y después una patada en la cabeza”.
Identificó a Máximo Thomsen como el autor del último golpe, la patada en la cabeza. También situó en la escena del crimen a un joven “de colita, gritando” y a otro más ”pateándole el cuerpo”, sin precisar de quién se trataba.
Según la agencia de noticias Télam, presenciar el ataque le produjo un gran “impacto, porque era la primera vez que veía tanta violencia hacia una persona”, y que se quedó “paralizado”.
“Se aseguraron que de que no se levantara. Fue golpear hasta que no se levantara más. Nunca había visto a tantas personas golpear a una sola”, afirmó bajo juramento de decir la verdad ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 1 de Dolores, integrado por los jueces María Claudia Castro, Christian Rabaia y Emiliano Lázzari.
(La Nación)