El país tiene el 10% de las reservas comprobadas a nivel mundial, un mineral clave en el desarrollo de la industria de la electromovilidad.
La Argentina es uno de los mayores reservorios de litio del mundo. Compartida con Bolivia y Chile, en la zona conocida como “el triángulo del litio” se concentra más del 85% del total en el planeta. Se trata de un metal que se emplea en la fabricación de baterías eléctricas, una pieza clave en la transición del sector del transporte que lentamente quiere dejar atrás la explotación de fuentes de energías no renovables.
Si bien en la actualidad solo un 3% de los autos que circulan por todos los países del mundo son eléctricos, se prevé un crecimiento exponencial. El parque automotor global que utiliza baterías de litio era en 2012 de apenas unas 110.000 unidades. Hoy es de casi 5.000.000 y aumentaría a 120.000.000 en 2030.
“Hay una transición energética por el agotamiento de fuentes fósiles y el cambio climático. El sector de transporte está en el centro de este desafío, porque es el responsable del 25% de la emisión de gases que contribuyen al calentamiento global. Además, el 30% del consumo energético se destina al transporte”, explicó la doctora Andrea Calderón, investigadora del Conicet, especializada en Electroquímica, que participó del último debate virtual “Litio y transición socio ecológica en Sudamérica”, organizado por la Fundación Friedrich Ebert.
Estrictamente, la Argentina tiene el 10% de las reservas comprobadas de litio a nivel mundial; esto quiere decir que podría haber más. En el país, los principales salares están en Jujuy, Salta y Catamarca y, a pesar de que hay en marcha unos 20 proyectos de extracción del “oro blanco”, solo hay dos salares que operan y exportan: el Salar de Olaroz (Jujuy), operado por la australiana Orocobre, la automotriz Toyota y la nacional Jemse (Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado) y el Salar del Hombre Muerto (Catamarca), que explota la norteamericana Livent Corp.
Hay quienes ven en el desarrollo de esta industria una fuente de provisión de divisas que resolverá la macroeconomía. Lo cierto es que es un elemento clave en el crecimiento de la electromovilidad que, a nivel mundial, parece ir solo en una dirección: hacia adelante.