Algunos pacientes infectados con el virus, luego de recibir el alta notan que su percepción de los olores cambió por completo y detectan una hipersensibilidad a los aromas.
El coronavirus dejó secuelas imborrables en algunas personas, una de ellas es el olfato. Un grupo de personas, huelen todo al extremo y superpotenciado. Muchos de ellos declaran: «es una situación insoportable y angustiante que termina provocándole cefaleas y náuseas»
Estas personas cambiaron totalmente su rutina de olfatos cotidiana: guardaron velas, regalaron o guardaron en un placard perfumes y cremas, dejaron de usar suavizantes para la ropa y cebollas para sus platos. Tienen que usar todo inoloro para hacer el día a día más llevadero. Dejaron de tomar café porque le sentía olor a podrido y lo reemplazaron por mate.
Érica, una de las víctimas de «superolfato», dice: «cargo nafta con tres barbijos, si voy a la casa de un familiar o amigo le pido que aleje todo lo que tenga olor, no puedo ir a algunos comercios y mido mis pasos al extremo para no ser presa de algún olor inesperado».
La mujer está en tratamiento médico para reeducar su olfato y ver si puede volver a ser la mujer que alguna vez fue. El tratamiento se basa en tomar olores que el paciente considera placenteros para, a partir de ahí, arrancar. No va a ser fácil. Como todas las alteraciones o las distorsiones del olfato que trajo aparejadas el covid, no tiene un plazo concreto para curarse. No hay un principio ni fin a su problema.