Hidroxicloroquina. La mayoría no había escuchado nunca el nombre de ese viejo fármaco contra la malaria al que el nuevo coronavirus catapultó a las primeras planas, debido a que es una de las diversas drogas que se evalúan como potencial tratamiento de la COVID-19, aunque por el momento con un nivel de evidencia muy débil. Del otro lado están las personas con enfermedades autoinmunes como lupus y algunos tipos de artritis, entre otras, que lo necesitan en forma crónica y que a causa de la repentina fama del medicamento tienen serias dificultades para adquirirlo.
“Recorrí cuatro farmacias para conseguirla en pleno Belgrano. Todas con faltantes. Tuve suerte en la quinta. Es desesperante”. En menos de 140 caracteres, una usuaria de Twitter comparte su angustia. Otra responde en el mismo hilo: “Soy una de las damnificadas. No sé qué voy a hacer cuando se me acabe la caja que tengo. No se consigue en ningún lado. Y lo peor es que es un remedio peligroso. No cualquiera puede tomarlo”. Una mamá se suma: “¡Lo que costó conseguir esa medicación! La gente compra sin pensar en los que la necesitan todos los días, como mi hijo”.
Fuente: clarín